
Una vez que la cadena humana llegó a la altura del cuartel, sus integrantes procedieron a rodearlo mientras bailaban al ritmo de la música en directo que se podía escuchar gracias a varios altavoces instalados en los alrededores.
Frente al cuartel de la Guardia Civil se colocó la presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite), Consuelo Ordóñez, acompañada por Concepción Fernández, viuda de un agente del instituto armado asesinado por ETA, y Laura Martin, viuda de la última víctima de los GAL. Portaban varios carteles en los que se leía «No son perros, nos liberan de la serpiente» y «Odio fuera».
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